¿Navega libremente el Alakrana?

Nuestro presidente puso su gesto más solemne para decir la frase que llevaba varios días deseando pronunciar, “El Alakrana ya navega libremente y todos los miembros de la tripulación están sanos y salvos”, es decir que casi se puso épico. Los hermeneutas radicales, a los que supuestamente se asemeja el pensamiento de Zapatero, profesan la convicción de que la épica es peligrosa porque, habitualmente, oculta alguna fechoría. El hecho de que Zapatero haya transgredido accidentalmente su forma de pensar preferida, el discurso civilizatorio al que es tan aficionado, y haya recurrido, sin ninguna improvisación, al recurso épico revela que debe encontrarse en un aprieto. ¿Se habrá convertido acaso Zapatero en un utilitarista al estilo de González, al que solo le importaba que el gato cazase, independientemente de su pelaje? No lo creo. El recurso a una retórica inhabitual en Zapatero podría también indicar que se ha vuelto sensible a las emociones patrióticas, al fin y al cabo dirige el gobierno de España, según dicen los anuncios.

El secuestro del Alakrana ha sido un calvario para el gobierno por alguna razón adicional a la más obvia, que no pienso negarle. El gobierno se estaba quedando en cueros ante la opinión nacional porque es muy sencillo hacer una pregunta realmente simple: ¿Para qué nos estamos gastando lo que nos cuesta esta administración si ni siquiera es capaz de liberar a unos pescadores que han caído en manos de unos piratas de aspecto tan desarrapado? ¿Por qué hemos de mantener unas costosísimas fragatas que no nos sirven siquiera para recuperar por la fuerza un enorme barco que ha caído en manos de una chalupa? ¿Para qué demonios queremos el CNI, las embajadas y los miles de asesores si no sirven ni para un apuro relativamente ligero y que, además, era perfectamente previsible que volviera a suceder?

Bernardino León, que lleva fama de empollón, ya advirtió días atrás que convenía ver una peli americana para darse cuenta de lo peligrosos que son los somalíes, es decir que si ni siquiera los americanos pueden con esta gente ¿cómo vamos a poder nosotros? Estuvo hábil el Bernardino, pero su estratagema no sirve para contestar la pregunta principal. Entre españoles, el gobierno tiene que tener un halo de misterio, de poder indestructible y por eso hay tanto monárquico y somos tan prontos a la sumisión y al acato. El gobierno inspira respeto, son los que mandan y hay que obedecerles. Bien pues era precisamente esta premisa la que se estaba tambaleando peligrosamente. Por esa razón llamó Zapatero a La Moncloa a las mujeres de los marineros y, sin necesidad de intimidarlas, consiguió que cierta espera tranquila se adueñase de su ánimo, porque la verdad es que esas vascas estaban a punto de tirar por tierra todo el tinglado de la farsa. Zapatero no les mostró ningún arma secreta, pero, como suele hacer este gobierno, supo hacer promesas contantes y sonantes.

Yo sé muy bien que no es de buen tono preguntar ahora por el precio que todos hemos pagado con este asunto. No lo voy a hacer, pero me digo a mi mismo, y digo a quienes me puedan leer, que hemos dado un ejemplo de impotencia, de debilidad y de cobardía que solo podrá borrarse con mucha determinación y con mucha inteligencia. No sé si este gobierno será capaz de hacerlo, más bien creo que no tenga ninguna intención de ponerse a ello. Sus intereses más altos han quedado a salvo, el único daño que les importa seguramente se ha evitado a tiempo.

Pero la vida es larga, y nuestros barcos seguirán navegando por mares de piratas que se sentirán completamente seguros de que ningún buque español les vaya a poner seria resistencia. Nos han tomado la medida, han confirmado lo que aprendieron con el Playa de Baquio, que somos un país fácil, razonable, dispuesto al negocio. Hemos dado un ejemplo completo de la firmeza de nuestras instituciones, con la posible excepción de la dignidad de la justicia. El político que quería dialogar con ETA estará lamentando la oportunidad perdida por la cabezonería de algunos y por lo imprecisos y marrulleros que son los jefes de esa banda. Él, que se ha entendido a la perfección con los somalíes, podría haber logrado una paz en Euskadi que unos cuantos intransigentes le han echado a perder.

Se ha demostrado, una vez más, que esto de la alianza de las civilizaciones funciona estupendamente a nada que se suelta algo de dinerillo. Zapatero ha recurrido a la épica porque piensa que, en adelante, es hora de sacar pecho. Los necios de siempre le atacarán tratando de buscar los cinco píes al gato del rescate, pero, ya lo ha dicho la vicepresidenta con su piquito de oro, el gobierno no ha hecho otra cosa que cumplir la ley y moverse discretamente por el buen fin de un asunto tan desagradable. Lo que hace falta es que se deje trabajar al gobierno en paz: han bastado unos días de contención de la crítica y se ha producido el milagro de la liberación, el Alakrana navega de nuevo hacia casa.

[Publicado en El Confidencial]

Fernández de la Vega razona

Mucha gente pensará que no hace otra cosa que cambiar de ropa, una apreciación que seguramente se deberá a prejuicios inconfesables, pero la verdad es que la vicepresidenta está superando ampliamente el antecedente de Fray Gerundio a la hora de argumentar con brío, contundencia y acuidad.

Ahora resulta que el PP se pone estrecho y pretende criticar las gestiones del gobierno con el Alakrana, cuando resulta que se ha liberado a los marineros en menos de cincuenta días, y sin desatender ni uno solo de los restantes asuntos del gobierno, desde la alianza de las civilizaciones hasta la ampliación de derechos en materia de aborto. Además, el caso ha salido barato, como dijo el otro día uno de esos genios del periodismo que siempre descubren que Zapatero está en lo cierto.

¿Qué se puede decir de gente tan atrabiliaria que pone en duda el buen hacer del gobierno y los brillantísimos resultados de su gestión? Sin perder el aplomo, la Vicepresidenta primera ha dado, una vez más, en el clavo; con una frase de apenas siete palabras ha puesto a la derecha de este país donde le corresponde. Que se entere todo el mundo, que nadie se llame a engaño: “la derecha está de parte de los piratas”.

Ya era hora de que se dijesen las cosas claras: la derecha liberal y desregulatoria nos ha traído esta crisis y está de parte de los piratas. ¿No ven la cara de bucanero de Rajoy? ¡Están listos estos del PP con una vicepresidenta tan aguda! Son unos desagradecidos y unos insensibles que no son capaces de acompañar la emoción del presidente en uno de los momentos más altos de su eficacia gestora, cuando pudo decir, no sin emoción, “El Alakrana ya navega libremente y todos los miembros de la tripulación están sanos y salvos” Es tristísimo vivir en un país cuya oposición no celebra los éxitos del gobierno como se merece; menos mal que tenemos a la vice para aclarar el panorama y poner freno a la demagogia de estos piratas de pacotilla que le quieren robar a Zapatero el apoyo popular. ¡No pasarán!

El arte de tener siempre razón

Con este irónico título, Schopenhauer describió 38 técnicas para derrotar al oponente, no para convencerle. Una de las reglas más innovadoras del catálogo del filósofo, es la que indica la necesidad de convencer a la audiencia antes que al oponente. El libro, que todavía se lee con provecho, nos puede parecer hoy bastante ingenuo porque las estratagemas dialécticas se han sofisticado mucho. Otro alemán las perfeccionó para aplicarlas a las masas: se llamaba Goebbels y, no sin cierto disimulo, es considerado un profeta en muchas escuelas de negocios.

Muchos políticos se dejan llevar por la perversidad haciendo de la mentira verdad, y de la verdad mentira. Algunos alcanzan grados sublimes de perfección: el caso que se me viene a la memoria es el de la Vicepresidenta primera presentando la ley del aborto como un texto que garantiza los derechos de los no nacidos.

Schopenhauer, y desde luego Goebbels, sabían que la trampa es posible por la enorme credulidad del público, que, para mayor escarnio, se apoya muchas veces en una bondad genérica, porque son mayoría los que no pueden ni imaginar siquiera que se les esté utilizando constantemente, que se les esté engañando. Otros viven del engaño, porque todos los que engañan se saben en precario y tienen que comprar adhesiones a precios normalmente muy altos. El caso es que entre crédulos e interesados se va formando un clima social favorable a que el mentiroso sea convertido en héroe, a que sus engaños se presenten como profecías, a que sus traiciones a cuantos debiera servir se publiciten como pasos inequívocos hacia un futuro mejor para todos, o hacia cualquier simpleza semejante. En castellano hay un dicho que reza que no hay disputa si dos no quieren; por idénticas razones se podría decir que no hay engaño sin voluntad de ser engañado. Quien quiera romper con esta situación insana deberá alejarse mucho del lenguaje común, ese brebaje en el que se han diluido las mentiras básicas y que impide reconocer con facilidad que dos y dos siguen siendo cuatro.

[Publicado en Gaceta de los negocios]

Una anotación contable

Es muy típico del debate público y político español el hablar y el hablar sin demostrar nada porque, entre nosotros, las razones tienen menos prestigio que los vozarrones. Estos días se está hablando con frecuencia de que Camps no parece tener las facturas de los trajes que supuestamente le han regalado. Como en materia de trajes es difícil batir a cualquiera de nuestras vicepresidentas, la primera, Doña María Teresa Fernández de la Vega, se ha apresurado a aclarar que ella se paga todos sus trajes (hasta aquí lo mismo que dijo Camps) y que, a diferencia de Camps, ella tiene todas las facturas (es decir, que lo dice), documentos que, por cierto, nadie le ha pedido hasta la fecha.

Pues bien, poseer una factura de compra no acredita el pago de dicha factura. Supongamos que un modisto español quiere agasajar a cualquiera de nuestras vicepresidentas, por ejemplo, para beneficiarse de que luzcan esplendorosos modelos capaces de incitar a la clase trabajadora, a esas mujeres que tanto las admiran, a hacer un esfuercillo, tan necesario en esta época de malas noticias económicas, para mejorar su apariencia y su fondo de armario. Bastaría para ello con que el sastre le hiciese llegar a la VP la factura junto al regalo, con una indicación de que se había pagado en metálico. Un pequeño problema de contabilidad para el sastrecillo ambicioso, pero apenas nada, y la regalada quedaría aparentemente cubierta. Otra posibilidad sería que el sastre pagase a las VP por lucir su modelos, aunque no sé si eso estaría contra la ley de incompatibilidades, pero me malicio que no.

El único procedimiento válido para comprobar que alguien ha pagado algo no es, por tanto, estar en posesión de una factura, sino mostrar un cargo en cuenta bancaria o tarjeta de crédito. En el resto de casos, dejemos que funcione la presunción de inocencia, pero sin ser tan inocentes como para pensar que la policía es tonta.