Que en la política abunde la mezquindad es muy mala cosa, porque la política debiera ser un oficio noble y de grandeza. Es evidente que no siempre es así, pero todo admite grados y aquí estamos al borde del abismo. Ya son varios los firmantes de nuestra carta abierta al presidente del gobierno que me han advertido de represalias diversas, sutiles, al menos en intención, pero efectivas. No es raro que quienes no creen en la libertad no sepan ver sino conspiraciones en lo que es una mera afirmación de verdades bastante obvias, y con la simple intención de ayudar al gobierno a que se atreva a tenerlas en cuenta, y a ser consecuente. Pero aquí abundan los que no conocen otro gesto de lealtad que la genuflexión, exigencia indigna en quien alcanza el éxito, pero delirante en quienes se pasean con el rabo entre las piernas y están a punto de conseguir que hasta sus predecesores más ruines puedan llegar a parecer titanes.
Sobran los Cajales
Sobran los Cajales