Los ministros son, lógicamente, objeto del pin-pan-pun, y no debieran quejarse demasiado. En el gobierno de Rajoy hay un ministro del Interior que siempre está dando la cara al exterior, con muy escasa fortuna, y un ministro de Exteriores que no viaja, se ve que ha decidido arreglar el mundo desde su despacho, es muy capaz. La tendencia de Rajoy al inmovilismo, viejo reflejo de una forma muy cañí de entender la política, hace difícilmente imaginable un cambio de gobierno, pero no será porque no encuentre motivos. Si prefiere que sean tres, podría añadir Hacienda, y ya puestos, cambiar a los/las que nunca debió nombrar.