Categoría: moción de censura
Verano y humo
Para relajo de gobernantes llegó el verano, y los españoles reducen todavía más su tensión intelectual, en especial a la hora de la siesta. Tiempo de esperanza para los gobiernos que se exponen, a lo sumo, a alguna crítica de circunstancias. El fútbol, gracias a Florentino, ha recuperado las pantallas, y entre los galácticos y el sol, aquí no va a haber nada que hacer hasta octubre. El PP se ha retirado a meditar y no parece que vaya a volver de La Granja dando una nota inadecuada a la estación feliz y soporífera.
Así va nuestro país, a ritmo lento, porque nunca pasa nada. Es tan corriente el espectáculo del dolce far niente y de la eterna repetición de lo mismo, que hemos perdido la capacidad para asombrarnos de que otros hagan las cosas con cierta celeridad. No es por molestar, pero resulta que la Justicia americana ha resuelto el caso Madoff en menos de 200 días, bastante más rápido de lo que seríamos capaces de imaginar.
Me asombra que, en muchas ocasiones, se elogie la manera de hacer política de ZP, cuando es evidente que su fuerte es no hacer nada, mientras repite, a hora y a deshora, sus supuestos éxitos: la retirada de Irak, la retirada de Irak y la retirada de Irak, que sí se hizo deprisa. Lo demás es propaganda, arquitectura efímera, poner a la Iglesia en su sitio, hacer ministra de Defensa a una embarazada, y repartir en el Congreso pullitas de monja progresista ante la mirada arrebolada de la cuota.
Comparar la labor de los gobiernos de UCD, o de Aznar, con los años de Zapatero, produce sonrojo. Mucho gasto, pero poca inversión, mucha palabrería, pero ninguna medida concreta. Es apoteósica la facilidad que tantos españoles le conceden a ZP para contar trolas y para vivir del cuento: la devolución de los 400 euros, la creación de millones de empleos, los brotes verdes, el proceso de paz, la alianza de civilizaciones, el ingreso en el G 20, la financiación para todas y todos pero dando más a todos que a los demás, el plan E, y así sucesivamente.
El verano puede ser muy grato al Presidente. Pero luego tendrá que empezar de nuevo a vender fantasías, y buena parte del personal acaso se le encalabrie. No será eso lo más grave, aunque sea lo que seguramente más tema. Lo terrible será comprobar que nos hemos quedado sin margen, que no hay dinero en la caja, que se han superado todos los techos y todos los límites, y que no se puede continuar así. La prensa amiga tratará de disimular, pero llegará un momento en que todas las estrategias de relaciones públicas se toparan con que aquí se ha acabado la fiesta y que lo mejor que se podrá hacer es poner a este buen señor camino de su casa. La pregunta es: ¿estará la clase política preparada para tomar una decisión grave y necesaria como la moción de censura?
[Publicado en Gaceta de los negocios]