ETA y la lotería


A este Gobierno le han salido mal las privatizaciones de la lotería y de AENA, pero, a cambio, en esta larga agonía prelectoral, no renuncia a sacar botín de un presunto final de ETA orquestado entre concesiones, disimulos y eufemismos. Es evidente que detrás de todo ello hay, además del ansia infinita de medallas que atribula a Zapatero, una presunción, que sería deseable fuere errónea, de que el electorado pudiera premiar una paz lograda por la puerta de atrás y a cualquier precio, sin que ETA renuncie de manera efectiva a las armas, sin que ETA pida perdón a las víctimas, y a todos los españoles, y sin que ETA deje de recibir sustanciosas subvenciones a través de las terminales políticas que ha conseguido colar en las instituciones. Por fortuna, no todos los electores tienen una moral tan laxa.
La derrota definitiva y total de ETA debiera ser un objetivo inequívoco de la democracia, pero este gobierno, y con él el conjunto del PSOE, se ha acostumbrado a vender humo y vagas promesas, construcciones meramente verbales como si fuesen realidades efectivas. Si ETA está, como lo está, debilitada, no se debe a la cariñosa terapia que le ha aplicado este gobierno, sino a la efectiva destrucción de sus bases que tuvo lugar por el esfuerzo de anteriores gobiernos y a la labor eficaz , paciente, y abnegada de los policías y los jueces que se han tomado en serio la dignidad de la democracia, el respeto de la ley y el castigo a los criminales.
Este gobierno no ha carecido de imaginación para montar tramoyas que hagan verosímil una supuesta conversión de ETA, pero o le han salido mal, como en el caso Faisán, o, al final, los supuestos demócratas, como en el caso de Bildu, siguen en lo de siempre, en la intimidación, en el pisoteo de la legalidad y en dedicar espacios a ensalzar al heroicidad de unos asesinos que, por fortuna, continúan en las cárceles. Cuando el gobierno trata de disimular  sus intenciones, insoportables para los ciudadanos si se exponen con claridad, enseguida aparecen heraldos que anuncian iniciativas que el gobierno, y Rubalcaba, líder de facto de lo que queda del PSOE, acogen con benevolencia, como si fuesen signos inequívocos de que las cosas marchan bien. Eso es exactamente lo que ha hecho ahora el lehendakari socialista, anunciar una quincena de rebajas en las exigencias a ETA, a ver si cuela la campaña y, aunque los etarras no hagan otra cosa que felicitarse de la iniciativa ajena, engañar a los electores con la siempre incumplida promesa de la desaparición de la banda.
Es muy grave que Patxi López, que sabe de buena mano, lo que han sufrido sus compañeros, se avenga a este juego de cartas marcadas, a un baile de disfraces en que los etarras se puedan vestir de pacifistas y obtener un perdón que no merecen, para que, consumada la mascarada, puedan volver a poner las cosas en sus sitio, y a explicarnos que donde mandan las pistolas no hay votos que contar.
El Partido Popular que se ha opuesto con claridad, y con éxito, a las torpes maniobras de privatización, de última hora y muy favorables a los intereses del PSOE, debe dejar muy claro que no piensa permitir que una nueva  burla de la ley, y del deseo de una gran mayoría de los vascos, y del conjunto de los españoles, de que ETA pase a ser cosa del pasado, pero sin trampas, sin disfraces, sin mentiras que no engañan a nadie, sometiéndose al escrutinio de la justicia, y al castigo merecido. Sería muy lamentable que el PSOE pudiera beneficiarse de esta sangrienta lotería de beneficios a los criminales, que es lo que intenta, tan mala imagen de nosotros tiene.
Un tipo listo

Negro sobre blanco en el caso Faisán

El informe pericial solicitado a los servicios de la Guardia Civil por el juez Ruz incluido en el sumario del caso Faisán, que para desgracia de Rubalcaba continúa en manos de un juez de verdad y no ha podido ser desviado hacia aguas turbulentas como inauditamente pretendía el Fiscal, es concluyente respecto al carácter de los cortes que se observan en las cintas, porque afirma taxativamente que su estudio obliga a concluir que los fundidos a negro, es decir la manipulación de la cinta para ocultar lo que en otro caso sería una prueba de cargo, se produjeron “a conciencia” y “en tiempo real”, es decir, en el momento mismo de la grabación. El informe descarta explícitamente cualquier posibilidad de que ese borrado intencional fuese causado por alguna forma de deterioro casual, tras comprobar concienzudamente el buen estado de todo el material, tanto en ese día fatídico del chivatazo, un día en el que destino de Rubalcaba  quedó marcado para siempre, como en los días anteriores y posteriores. El dictamen de la Benemérita institución, deja completamente al descubierto tanto las manipulaciones hechas por el equipo investigador de la Policía, a las órdenes directas de Interior, como las excusas con las que pretenden construir una coartada inverosímil para tratar de ocultar una conducta  delictiva y escandalosa. Una acción delictiva y particularmente indigna que en ningún caso dejaría de serlo por el hecho de que se hubiese llevado a cabo obedeciendo ordenes políticas directas, como pretendía cínicamente el voto de un magistrado complaciente, tratando de salir al paso de la debacle que adivina con una doctrina tan cínica y totalitaria que hubiera sido capaz de conseguir, por ejemplo, la absolución de los nazis en el juicio de Nüremberg.  
La obvia suposición de que los policías encausados actuaron a las ordenes de Rubalcaba, convierte a este desdichado caso en la demostración más evidente y clara de la falta de escrúpulos del Gobierno de Zapatero, de la suciedad e inmoralidad de los procedimientos de Rubalcaba para lograr unos objetivos que podrían y deberían alcanzarse perfectamente por otros medios.
Es claro, a la vista de todo ello, que el Gobierno no pretendía tanto acabar con ETA como negociar con ella alguna clase de acuerdo vendible ante la opinión, algo que los convirtiera en usufructuarios únicos de un éxito político que, cuando se produzca, y lo haga sin engaños ni concesiones indignas a la banda, será, exclusivamente,  el éxito de todos los españoles, el triunfo de la democracia, de la libertad  y de la ley, y el premio legítimamente merecido a las miles de víctimas que lo han hecho posible con su generosidad y su sacrificio.  
El Gobierno, cabe suponer con buena lógica,  ha delinquido y ha ordenado delinquir con tal de conseguir una quimérica ventaja política en la negociación, con tal de sentirse comprendido por los criminales, con tal de sentir su gratitud y, probablemente, con la intención de poder librarse para siempre de su miedo.
Por fortuna, aún quedan jueces en España y, aunque haya que esperar a que concluya este proceso, que el señor Garzón, con ese atrevimiento inaudito para torcer la ley en su beneficio, paralizó durante años en el cajón de las cosas que pueden esperar, ya tenemos suficientes elementos de juicio como para afirmar sin ninguna clase de dudas que la responsabilidad contraída por Rubalcaba, le inhabilitaría completamente para seguir ejerciendo la política en cualquier país decente, y nosotros aspiramos a que España lo sea, sin duda alguna.