El desastre del PP ha sido incluso peor del que preveíamos los convencidos de que se iba hacia el abismo. Se trata de una situación que no admite componendas, y las soluciones no son más que dos: la primera, y única que ofrece esperanzas de cierta recuperación a corto plazo, es que Rajoy dimita como presidente del PP, anuncie que no se presentará a las elecciones generales y abra un proceso de discusión y de renovación en el partido que culmine con un congreso extraordinario abierto y con la designación de un nuevo candidato en el plazo más breve posible. Esto exigiría alargar al máximo la legislatura, dentro de lo que quepa. Todo lo que no sea una auténtica refundación del partido liberal conservador será una chapuza ridícula y grotesca.
La segunda salida, es el suicidio, y se ejecutará, convocando o no las elecciones en plazo breve, si se pretende que Rajoy siga encabezando la lista como si no hubiera pasado nada. Es lo que ha hecho Rosa Díez, la ex-líder de UPyD, y ya se ha visto cómo le ha ido.
La primera salida le concederá a Rajoy cierta grandeza en la adversidad, la segunda traerá para todos los militantes del PP no solo la derrota sino el oprobio. ¡Ojalá acierten por el bien de todos!