La ciencia española no necesita tijeras

Tomo el título de uno de los numerosos blogs de protesta ante el tijeretazo que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido aplicar a los presupuestos destinados al fomento de la investigación. El dinero destinado a los grandes organismos públicos de investigación, aunque uno de sus defectos es que son más abundantes que grandes, se reduce un 15% y, en el caso de la investigación en biomedicina y salud, la merma se eleva a un 25%. Los científicos están justamente indignados ante la posibilidad de ser ellos los paganos del derroche de otros.
Un grupo de investigadores ha escrito una carta pública al gobierno en la que ponen de manifiesto la contradicción entre las proclamas políticas y los recortes efectivos. Los firmantes recordaban lo que hace más de un siglo dijera Santiago Ramón y Cajal, el único científico de primer nivel en toda la historia de la ciencia española: «lo que el país necesita es plantar árboles y sembrar mentes». No hacemos eso, gastamos dinero en cosas absurdas, en propaganda, en prejuicios, en absurdas hazañas contra el pasado, al tiempo que los poderes públicos regatean el dinero al único sector que en todas las naciones, empezando por los EEUU, es mimado por el dinero público. Para mayor escarnio, se suben las subvenciones del cine, ya que la ministra del ramo es de la cosa. Eso no ha servido para nada en el caso de la ciencia porque, como se sabe, los científicos no están siempre disciplinadamente dispuestos al “no a la guerra”, o escandalizar porque se haya hecho lo correcto con un petrolero extranjero que se hunde en alta mar frente a nuestras costas. Es lo malo de los científicos, que están entrenados en un escepticismo metódico que les lleva a poner en tela de juicio lo que se dice; precisamente por esa razón, si los científicos se desengañan de una promesa en la que habían creído, su desenganche de la retórica gubernamental será definitivo. Zapatero sabe, sin embargo, que son pocos y da muestras de no temer su desencanto.


La casa por la ventana

Ayer publicaba José Luis Rodríguez Zapatero en El País, una “Carta abierta a los maestros”, pésimamente escrita, como ha señalado Arcadi Espada, y creo que ha sido muy benevolente, en la que se muestra con absoluta claridad que el presidente no piensa dejar que las noticias le estropeen la propaganda. Es un artículo que le ha debido parecer, a la vez, emotivo y sesudo, a nuestro líder, un improvisador nato que no está dispuesto a consentir que Aguirre enarbole la bandera de que la educación importa. ¡Hasta ahí podíamos llegar… que se pueda creer que el aprecio y la defensa de los maestros es una cosa liberal y de derechas!

Como nuestro presidente, además de hablar, es muy capaz de hacer varias cosas al tiempo, ha debido pensar que el articulito le vendría bien para disimular un poco el recorte desproporcionado e irresponsable de las ayudas a la investigación; este tiernísimo arrebato pedagógico, le permitirá seguir perorando sobre que el desarrollo científico y tecnológico es la clave para la nueva economía sostenible que propugna; seguramente piensa que si la gente se da cuenta de lo mucho que aprecia a los maestros, llevarán con mayor resignación los recortes que les afectan. También puede ser que el presidente crea que la educación y la investigación no tienen nada que ver, porque, en realidad, para él nada tiene que ver con nada, a no ser que convenga lo contrario.

Si los españoles tuviesen la costumbre de analizar lo que se les dice, habrían podido ver en La Razón, un análisis del dinero que el Gobierno se va a gastar en su boato, una modesta partida que no ha sufrido ningún recorte. No habrá dinero para investigar, ni para defender a los barcos españoles de unos piratas de tres al cuarto, pero sí lo habrá, y en abundancia, para que la Vice pueda presumir de fondo de armario, y para cubrir otras necesidades igual de perentorias e inaplazables. Aquí no importa tirar la casa por la ventana, seguramente porque ZP pensará que esos gastos suntuarios se hacen en beneficio de los más humildes, para que los pobres no tengan que pasar vergüenza a causa del mal aspecto de los ministros y las ministras, que ya se sabe que es un corte que puedan tener mala presencia y desanimar a los suyos.