Si hay algo que me molesta de la política contemporánea española es la facilidad con la que los grandes partidos nos toman por tontos. La patética representación de Carmen Chacón haciendo ver que tenía un proyecto maravilloso, pero que tenía también muchas razones para que nos jorobemos todos y nos quedemos sin él, es un buen ejemplo de lo que digo. El caso es que ha sido alabada por algunos comentaristas ¡cómo está el patio! Su ejemplo de vaciedad no es menor que el de Rubalcaba pretendiendo que está decidido a asumir una responsabilidad que los demás cargan en sus espaldas, atléticas, según ha tenido a bien recordarnos, sin que él haya movido un dedo por lograrlo. Es tal la dosis de farsa que produce asombro que estos sujetos tengan todavía millones de votantes.
El socialismo ha fracasado por completo en su versión posmoderna, y ha estado a punto de hundir por completo a un país que tenía algunas posibilidades de salir adelante con cierta dignidad hasta su llegada. Ahora se apresta a rectificar el rumbo un elemento que participó ya en el naufragio de la versión felipista y ha estado muy activo en esta segunda temporada. Nos asegura que tiene también un proyecto ilusionante. ¡Joder qué tropa!
¡Libros de texto portentosos!
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