Sobran profesores universitarios

Hasta una entidad tan escasamente crítica como el Tribunal de Cuentas ha advertido sobre el desmedido crecimiento del número de profesores universitarios en España, perfectamente compatible con un descenso del número de alumnos. Para nuestra desgracia y vergüenza, esta sobreabundancia, unido al desprestigio de nuestras universidades, con excepciones escasas y mal conocidas,  es uno de los frutos más granados de la autonomía universitaria que se ha interpretado como el derecho a la irresponsabilidad, la consagración de un nepotismo sin restricciones ni vergüenza y la beca indefinida al dolce far niente, puesto que los sindicatos se han encargado de impedir que se pague más a los mejores, que no son muchos, pero existen. Es todo un monumento a la ineficiencia y al descaro, la apoteosis de la igualdad a la baja, de la mediocridad que se ignora y se alaba como si fuera una conquista, cuando no es sino un disparate moral, político, cultural y científico. Todo esto les da igual a los partidos que prefieren una sociedad sumisa y sin ambiciones, no sea que se le vaya a ocurrir a alguien que tal vez pudieran escogerse para gobernar a algunos personajes un poco mejores. 
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