No es necesario ser un historiador de los medios de comunicación, si es que hay algo como eso, para reconocer que la multiplicación de las televisiones que emiten en España no ha supuesto una mejora de su nivel medio de calidad. Creo que también sobre la telebasura se pueden decir muchas tonterías, de manera que evitaré el riesgo, y me concentraré únicamente en lo que se puede entender como el nivel técnico de los programas. La TDT nos está permitiendo contemplar emisiones de una calidad muy baja y programas hechos en la mesa camilla del productor, con un ingenio imaginable. El nivel de nuestros periodistas y de nuestros productores no es una de esas cosas que están contribuyendo a hacer un país admirable. De todos modos, lo que mueve mi indignación de manera más inmediata es algo que realmente me asombra, a saber, que ni por casualidad coincidan los letreros informativos de la programación que proporciona el sistema con lo que efectivamente se puede ver en el momento. Supongo que conseguir algo de apariencia tan simple implicará una dificultad supina, pues de otro modo no hay quien entienda la coincidencia de todos los canales en este desbarajuste tan general y preciso.