Me preguntan por VOX

Algunos amigos me preguntan por VOX, bien porque saben que he dejado el partido que contribuí a crear, bien por no saberlo. Como es lógico, pues mi pluma está detrás de muchas de las líneas del manifiesto de VOX, sigo pensando que la primera intención de los fundadores del partido fue la correcta, pero la política no es nunca únicamente lo que unos, pocos o muchos, quieren, sino, en las democracias,  lo que los electores deciden, y, aunque por muy pocos votos, los electores decidieron en las pasadas europeas que VOX no alcanzase un escaño. La consecuencia es que VOX se vio en un mal trance, amenazado de expulsión del campo, y, por razones que no vienen al caso, pero que forman parte siempre de la letra pequeña de la política, de la que nadie puede prescindir, la nueva dirección del partido no parece haber entendido qué había que hacer con un proyecto que entró en dificultades y con el que había que ser muy delicado si se quería llegar a buen puerto. Tras meses fuera de la dirección, de la que me fui tratando de dejar las cosas lo más tranquilas posibles, el hecho es que la línea que VOX ha escogido no parece estar teniendo éxito y, antes de que eso se confirmase, como ha ocurrido en las elecciones andaluzas en que VOX alcanzó a retener sólo un tercio del voto de las europeas, me di de baja discretamente del partido sin que nadie parezca haberlo lamentado en exceso, lo que siempre es un consuelo. He recuperado, pues, mi libertad política y sigo pensando que VOX pudo ser una gran idea pero que, a la mala fortuna inicial ha añadido errores políticos innecesarios que lo alejan mucho de lo que siempre pensé que debiera ser. Esto es todo.
Google bajo sospecha

Los afiliados de Vox

Con frecuencia me preguntan sobre los afiliados de Vox y contesto lo que voy sabiendo, cuántos son, ahora mismo pasamos de tres mil, cómo son, lo que no es tan fácil, porque todavía no los conozco a todos, y qué pretenden al afiliarse. Esto último me parece de enorme interés, aunque no sea fácil dar una respuesta, digamos, científica, porque hay una enorme variedad de casos y situaciones. Se trata, obviamente, de un impulso de generosidad y de responsabilidad que, en ocasiones, va acompañado de una legítima ambición política personal, y en otras se reduce a una exigencia moral de contribuir a mejorar una democracia sobre cuyos defectos apenas hay dudas, pero hay una cosa que quiero resaltar y que me ha producido una gran satisfacción: el altísimo número de personas sin ninguna historia previa de afiliación, con un entusiasmo grande y una preparación profesional y humana muy alta. Esto, como es lógico, me llena de orgullo, saber que estamos contribuyendo a que se renueve el personal que dedica una parte de su tiempo a los asuntos públicos, a los temas de interés general, y que está dispuesto a intentar hacer un partido en el que la democracia sea algo más que un título legitimador de la representación formal, que la democracia interna se convierta en una realidad y en un factor que potencia la participación y la libertad política, el debate civilizado y cortés, el hablar de las cosas reales y no solo de los tópicos políticos archimanoseados y que, en el fondo, ni mueven a nadie ni interesan gran cosa. Ver cómo todos estamos aportando nuestro granito de arena a un proyecto político ingenuo, ambicioso y renovador me da la energía que los años me discuten, o eso espero.

El no de Ciudadanos

En Vox habíamos dado toda clase de muestras de estar dispuestos a acudir a las elecciones europeas en coalición con los pocos partidos con que compartimos un ideario de respeto a la democracia, de renovación política, y, en consecuencia, de aprecio a la unidad nacional, al imperio de la ley y de denuncia de las supercherías para implantar privilegios y desigualdades. En estas elecciones se podrían olvidar otros factores como, por ejemplo, la orientación política, más o menos liberal, más o menos estatista, y otras cosas relativamente secundarias en el momento actual de España. Se trataba de unir para abrir un hueco a fuerzas renovadoras, pero no ha sido posible y, lo que es peor, ha habido cierto mal estilo al desechar la posibilidad con un mohín afectadamente despectivo. Vamos que Ciudadanos ha hecho con Vox lo que UPyD le había hecho, y mal en ambos casos. En política, como en la vida, es más fácil predicar que dar ejemplo: mucho hablar de lo que nos une, pero, a la hora de colaborar, yo con lo mío que lo mismo tú me arrebatas algo. Es una pena por lo que denota, no por lo que pueda suponer. En particular, pienso que Ciudadans se equivoca doblemente, que puede sufrir con una doble pinza entre Vox y UPyD, por aceptar la alineación más clásica. En fin, que el elector decida, que siempre es bueno, aunque puede lamentar que no le hayan dejado intentar lo mejor. 

Alejo Vidal Quadras

La salida de Alejo Vidal-Quadras del PP y su anuncio de que se incorporará Vox ha permitido, entre otras cosas, calibrar la absoluta mediocridad intelectual y la bajeza moral de algunos que se tienen por personajes públicos. Aquellos que adoran a su partido como si fuese una divinidad, muestran el escaso aprecio que tienen de la libertad política al criticar a quien se va de sus filas por creer en conciencia que ya no se puede seguir apoyando a un partido que ha perdido el Norte y el sentido. Hacer esto, aunque se pueda estar equivocado, será siempre síntoma de grandeza y de dignidad, mientras que negar la realidad mientras se permanece al abrigo de unas siglas, por el mero hecho de haber significado algo, es muestra de pusilanimidad, de un cálculo de interés,  y de cortedad de miras,  las cualidades que los españoles detestan en los políticos.  Creo, por supuesto,  que personas honradas puedan seguir apoyando al PP, pese a lo que hace, pero no creo en los argumentos que solo muestran la bajeza moral de quien los esgrime, su íntima convicción de no ser nada sin su marca. Son personas que se olvidan de cualquier mirada crítica o inteligente a lo que están haciendo, hábiles  en disfrazar su conveniencia de lealtad,  pero nadie puede ser leal a otra cosa que a ideales, y nunca una mentira descarada y oportunista puede pasar por un ejercicio de valor político, de grandeza. El espectáculo que están dando algunos mediocres atacados de fidelidad perruna a quien los mantiene es de los que gustaría no tener que contemplar, pero el mundo es así. 
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