En la WWW2009 que se celebró el pasado abril en Madrid, Alfred Spector, de Google, titulo su intervención como “The Continuing Metamorphosis Of the Web”. Ese nombre, que suena a mitología antigua, es el que mejor cuadra a lo que está pasando ante nuestros ojos y que tanto nos cuesta entender. Las cosas van tan deprisa que casi dan ganas de recurrir a Heráclito, “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. La historia de la red es un ejemplo continuo de vitalidad, de participación y de creatividad. Como es lógico, hay unas cuantas empresas que van por delante, pero nadie tiene asegurado que las cosas vayan a seguir siendo así. Por eso resulta cómico que se propongan cosas tan absurdas como dar un ordenador a cada niño para resolver nuestra peculiarísima crisis económica, es decir que se aplique la misma receta de posguerra, un chusco para cada uno. Es evidente que algo hemos mejorado, porque siempre resultará más flexible un PC que un chusco, pero nuestra economía seguirá siendo de tercera, y con amenazas de ruina, mientras no se dejen sueltas las energías de cada cual, mientras la gente no se arriesgue y espere al subsidio, mientras el gobierno, este o cualquier otro, quiera seguir dirigiendo la orquesta, en plan Titanic.
Además de los que repiten fórmulas viejas, abundan los que tratan de adivinar qué va a pasar, para subirse a tiempo al carro. Es otro error. Las adivinanzas se han vuelto imposibles en la era digital, si es que alguna vez sirvieron. Los pronósticos tienen muy mal pronóstico. Lo único que cabe hacer es tratar de hacer cosas valiosas, cada vez más valiosas y sin querer dar lecciones a nadie, aprendiendo del mercado, que a veces no es muy sabio, pero siempre tiene razón. O se innova o no hay nada que hacer, es la tumba de la rutina. Nosotros tenemos una pésima educación al respecto, tan acostumbrados a repetir, a preguntar al que manda, en lugar de al público. Pero, pese a nuestros antecedentes exculpatorios, nadie nos va a regalar nada, especialmente si premiamos al que miente por sistema.