Mariano el acaparador

Por lo visto, los de Moncloa piensan que tienen poco poder y necesitan hacerse por las bravas con el PP de Madrid. Esto se pone interesante, pero debiera dar vergüenza la ostentación con la que se menosprecia a los afiliados de un partido a la hora de dirigirlo: algunos no quieren militantes, quieren criados, pero lo malo es que muchos se prestan.

El reconocimiento de un éxito

El PP de Madrid ha renovado el liderazgo de Esperanza Aguirre con unas cifras que casi podrían resultar escandalosas si no se tuviesen en cuenta las condiciones del entorno en el que se desarrolla la política de la Comunidad de Madrid. El cerrado apoyo del partido a su presidenta responde muy claramente a esa condición, a haber sabido mantener una isla de cierto bienestar pese al espantoso panorama de la economía española. Es cierto que las competencias de la Comunidad están muy tasadas y que las grandes decisiones de política económica y de empleo escapan a su jurisdicción, de manera que padece los males comunes al resto de las regiones españolas, pero Esperanza Aguirre ha optado valerosamente por una política muy diferenciada en todo aquello que está a su alcance y la experiencia le da la razón de manera inequívoca, sus fórmulas liberalizadoras resultan mucho más eficaces que las supuestas fórmulas contrarias, que las cantinelas sindicales y los trinos de la izquierda. Mientras España se ha estado desangrando bajo los efectos de una política irresponsable, mentirosa e improvisada, Madrid ha conseguido mantener el tipo con un paro menor, una fiscalidad menos agobiante, un déficit soportable, y un mayor nivel de libertades económicas.
Los datos recientes son tan favorables a las políticas de la señora Aguirre que se podría maliciar que pudieran haber sido preparados por un gabinete de imagen contratado por el PP madrileño, pero no hay nada de eso. La realidad le da tozudamente la razón a la única Comunidad que ha llevado a cabo políticas eficientes de restricción del gasto, liberalizaciones de gestión, ampliación de horarios comerciales, rebajas de impuestos y facilidades para la vida de las empresas. Aguirre se ha atrevido incluso con el tabú de los liberados sindicales sin que el cosmos se haya desmoronado. La única región que ha cumplido a rajatabla los objetivos de déficit fijados para 2011 muestra las mejores cifras de creación de empleo y de contención del proceso destructivo de la actividad económica que está asolando el conjunto de las regiones españolas, actividad por actividad y sector por sector. La eficacia política de las fórmulas liberalizadoras del PP madrileño contrastan agudamente con los desastres del intervencionismo del tripartito catalán que casi arruina a una de las regiones más prósperas de España, amen de haber convertido a Barcelona en la capital de los desmanes.
Esperanza Aguirre debe continuar con su política y su ejemplo es seguro que será un estímulo para el Gobierno de Rajoy  que tiene que arreglar un país muy mal acostumbrado a esperar la llegada del maná subvencional, una sociedad en la que muchos dan todavía la sensación no ya de creer en los milagros, sino de esperar que los hagan los políticos que prometen vivir a costa del esfuerzo de los demás.
Precisamente por su claridad de mensaje y porque los hechos avalan su idoneidad para combatir la crisis, Esperanza Aguirre es una referencia indiscutible del PP madrileño y representa una oferta política que, hoy por hoy, es imbatible, de manera que resulta perfectamente lógico que los militantes del PP le otorguen una confianza plena: es un mensaje clarísimo de que quieren que siga haciendo, sin pausas ni distracciones, lo que ha hecho hasta hoy: liberalizar, gobernar con pulso firme, sin excesos, y apostar por la capacidad de los madrileños para salir de la crisis sin tener que arrodillarse ante nadie.