Causas y síntomas

Parece que algo se mueve en el PP, aunque lo anormal sería que no se moviera, visto el panorama. Tanto la designación de Jaime Mayor como el rescate aznariano de María San Gil parecen moverse en una misma dirección, a saber, tratar de contener lo que pudiera ser una fuerte pérdida de votos por el flanco de UPyD. Creo que el éxito de UPyD merece una consideración más de fondo que la meramente táctica.  Tanto en este caso como en el anterior de Ciutadans, es claro que esas nuevas fuerzas surgen de la insatisfacción con el comportamiento de los grandes partidos. El PP no debería confundir su análisis: aunque sea obvio que ambas novedades tienen que ver con limitaciones de su política, el PP no debería entregarse al lamento o al intento de combatirlas, puesto que no dependen sólo de su inhabilidad, sino que tendría que ocuparse de que el espacio electoral que a él pudieran arrebatarle fuese mínimo.

No hay política sin limitaciones (nadie puede gustar a todo el mundo), de manera que siempre pueden cristalizar núcleos de descontento inmediatos a la zona de influencia de cualquier fuerza política, lo que hace completamente inútil y melancólico el esfuerzo directo por evitarlos.  Esto significa que es especialmente necio combatir el síntoma sin estudiar a fondo las causas y que, especialmente en el caso de UPyD, que nace inequívocamente de la izquierda, la política del PP debiera dirigirse a facilitar el crecimiento del UPyD a costa del PSOE, que es su electorado natural, sin dar por hecho que la mera existencia de UPyD le perjudique.

La pregunta esencial es ¿cuáles son las razones por las que UPyD arrebata votos al PP? Esa es la pregunta que se habrían hecho los estrategas del PSOE si hubiese existido una escisión del PP por su izquierda y se comprobase que quitaba votos a los socialistas. Mi impresión es que el problema del actual PP consiste en que ha aceptado pelear con las reglas que establece ZP, una conducta que le condena a la esterilidad e impide radicalmente su victoria, justamente lo que habrán perdibido los votantes del PP que decidan votar a Rosa Díez. Se trata de un error de bulto, algo así como que la Pepsi encargase su campaña de imagen a los ejecutivos de Coca Cola.

Ayer mismo leí unas declaraciones de un responsable (es decir, de alguien que debiera serlo) del PP afirmando que “Todos coinciden en que la pasada fue la legislatura de la crispación”, un diagnóstico que no mejoraría ni Pepiño Blanco. Ceder la iniciativa, imitar la estrategia del contrario, aceptar su lenguaje, renunciar a ofrecer planes coherentes y a argumentar de modo persuasivo, lleva a la repetición, al enfrentamiento ritual, cansa al público y hace que, en el circo del PP, se agiganten los enanos.