Estuve el jueves en un homenaje al general Gutierrez Mellado que organizó Miguel Ángel Aguilar en la Fundación Carlos de Amberes: fue un auténtico placer recordar al militar que enseñó a sus compañeros que hay muchas cosas que están por encima de la obediencia debida: la Constitución, la conciencia, el honor, para decirlo de manera resumida.
Necesitamos un Gutiérrez Mellado que les enseñe a los diputados y a los miembros del poder judicial la lección que tan bien han aprendido los militares, para que podamos librarnos de episodios de cinismo, sumisión y desvergüenza, como la que han protagonizado los bozales del CG del PJ a propósito de los desahogos marbellíes de su presidente, que pretenden hacer pasar por gastos normales. Que el presidente del Supremo se comporte como un vulgar chorizo es detestable, que no se vaya a su casa avergonzado, es insoportable, pero que quienes debieran encarnar la justicia, la trasparencia y el respeto más riguroso y exigente a la ley y a lo que significa, le apoyen como un solo hombre en sus triquiñuelas mentirosas es absolutamente desolador y deprimente.
Nunca imaginé que unos jueces pudieran llegar a competir en desvergüenza y en esfuerzo denodado para que se pierda definitivamente el respeto a la Justicia, pero así está siendo para nuestra desgracia. Lo peor que se puede decir de nosotros y de quienes nos representan es que parezca normal que un escándalo tan grave como éste se administre como si fuera un asunto de trámite o una pelea competencial, un problema menor… ¡Pobre España!
Transparencia
Necesitamos un Gutiérrez Mellado que les enseñe a los diputados y a los miembros del poder judicial la lección que tan bien han aprendido los militares, para que podamos librarnos de episodios de cinismo, sumisión y desvergüenza, como la que han protagonizado los bozales del CG del PJ a propósito de los desahogos marbellíes de su presidente, que pretenden hacer pasar por gastos normales. Que el presidente del Supremo se comporte como un vulgar chorizo es detestable, que no se vaya a su casa avergonzado, es insoportable, pero que quienes debieran encarnar la justicia, la trasparencia y el respeto más riguroso y exigente a la ley y a lo que significa, le apoyen como un solo hombre en sus triquiñuelas mentirosas es absolutamente desolador y deprimente.
Nunca imaginé que unos jueces pudieran llegar a competir en desvergüenza y en esfuerzo denodado para que se pierda definitivamente el respeto a la Justicia, pero así está siendo para nuestra desgracia. Lo peor que se puede decir de nosotros y de quienes nos representan es que parezca normal que un escándalo tan grave como éste se administre como si fuera un asunto de trámite o una pelea competencial, un problema menor… ¡Pobre España!
Transparencia