Además de escribir casi a destajo, este fin de semana he dedicado tiempo a ver la película del título, sorprendentemente traducida como “Un lugar donde quedarse” y a estar pendiente de un partido de fútbol. La película me ha parecido buena y me ha hecho reír; por causa del fútbol, y de lo que le rodea, me he puesto de los nervios, de manera que mi consejo sería ir más al cine e invertir menos tiempo en lo del fútbol, pero no siempre puede ser así.
En realidad sería difícil decidir que es más aburrido si una mala película o un mal partido; yo creo que los malos partidos son más fáciles de evitar que las malas películas, pero los buenos partidos son más atractivos que las buenas películas, porque son acontecimientos y tienen desenlace, en tiempo real como se suele decir, mientras que las películas son argumentales, en cierto modo ajenas al tiempo, casi tangenciales, porque siempre puedes verlas en otro momento. Hagamos algo de justicia poética y hablemos de la película porque lo del partido está ya todo dicho. Tal vez mañana llame la atención sobre algunas de las cosas que no se han dicho, supongo que porque suelen interesar poco a los futboleros, ya que el fútbol es, sobre todo, un modo de conversación pasional.
Ir a ver una película de Sam Mendes es, ahora mismo, una decisión escasamente arriesgada, porque Mendes es un tipo muy inteligente y sensible y no hace películas porque sí; me había llamado la atención el menosprecio de los críticos porque, aunque no suela hacerles casi ningún caso, Mendes es uno de los que habitualmente recibe parabienes, pese a hacer buen cine.
En cuanto empecé a ver la película comprendí las razones. Resulta que la historia de esta peculiar road movie está protagonizada por una pareja que se quiere y que espera, con toda ilusión un hijo. Resulta, además, que hay unos cuantos personajes que responden, digamos, a prototipos que suelen gozar de buena fama entre los críticos y que en esta cinta son ridiculizados de manera particularmente eficaz y cómica. Demasiado para el equipo crítico habitual.
Muchos de los que dijeron haber quedado extasiados ante American Beauty han quedado sorprendidos por esta crítica no menos sarcástica de la sociedad americana, del egoísmo y de la estupidez de muchas personas que gozan de buena reputación. Mendes ha afilado su crítica y, sobre todo, muestra que se puede llevar una vida digna si no se tiene el miedo a decir lo que se piensa, a hacer lo que se quiere, a dedicar amor y tiempo a las personas que amamos, sin desdeñar a nadie.
Vean la película, porque merecerán la pena sus carcajadas y la sonrisa con que saldrán al verla. Además podrán ver una auténtica maravilla a Allison Janney, la jefe de prensa de The West Wing, y, también por eso, les compensará verla.