La desfachatez

 

Es famosa la frase de Josep Tarradellas según la cual lo único que no se puede hacer en política es el ridículo. Estoy casi seguro de que esta parte de la ciencia política no se estudia cundo se preparan las oposiciones de abogado del estado, lo digo porque da la sensación de que Soraya Sáenz de Santamaría la desconoce.
La ex-todopoderosa vicepresidenta ha protagonizado uno de los ridículos más risibles con su campaña para ganar el Congreso del PP: su numerito del abanico fue realmente insuperable. Paradójicamente, tanto ridículo ha podido resultar milagroso, porque hasta podría suceder que el PP resucitara al despertarse de tamaña pesadilla. Veremos, pero hay algo que es todavía peor, si cabe, que el ridículo, la desfachatez que supone el que esta señora le pida a Pablo Casado el 43% que según ella le corresponde, una presunción que supera con mucho cualquier marca imaginable de ignorancia política, deslealtad y soberbia. Milagro será también que nos hayamos librado de esta SSS para siempre, aunque ella aparente no saberlo.