Generosidad intelectual

En un país que ni siquiera suele ser intelectualmente generoso con los muertos, a los que apenas se elogia cuando ya no pueden gozar del aprecio hecho, no cabe extrañarse de que se interprete la política, que, al fin y al cabo es arte competitiva, de la manera menos generosa posible. Viene esto a cuento de las formas en que se ha recibido la noticia de la aparición de VOX. Al margen de los elogios, que han sido generosos y abundantes, ha abundado mucho la crítica. No me molesta que así haya sido, lo que me gusta menos es que las reacciones adversas o supuestamente neutrales hayan sido tan escasamente simpáticas. Era obvio que algunos o muchos tratarían de colocarnos a la derecha del PP, sin advertir que, con el significado habitualmente admitido de las palabras, difícilmente puede decirse eso de una agenda reformista tan nítida y liberal como la que proponemos: una reforma de la democracia y del Estado que potencie la participación y el interés de los ciudadanos, una ley de partidos que evite su conversión en bandas al servicio de oscuros intereses,  y una liberalización de fondo de la economía. Está claro que aunque muchos hacen ejercicios de miopía interesada, otros son directamente miopes. 
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