Hoy he visto una noticia en TV, según la cual, una leve disminución de la cantidad de sal que consumen los norteamericanos evitaría la muerte de unos 500.000 al año. Jamás imagine que la sal pudiera ser tan mortífera, pero veamos la cosa más de cerca, aunque no soy demógrafo. Según Wolfram Alpha, la población norteamericana es de 306 millones de individuos, y la mortalidad anual es de unos 2,5 millones de personas. La noticia nos dice que un 20% de esa gente se libraría de morir, de manera que la consecuencia lógica sería que, a nada que disminuyese el consumo de sal, la población actual aumentaría en un porcentaje escasamente desdeñable durante el período de vida de los que actualmente gozan de la ciudadanía americana y, en consecuencia, crecería la edad media de los norteamericanos, que ahora es de 37,5 años, algo muy envidiable. Como se entere nuestra Ministra, prohibirá la sal, más o menos lo que ha hecho el alcalde de Nueva York que es el que ha dado píe a la noticia.
Bueno, dejemos la sal en el salero, y no apostemos de manera tan radical por el aumento de la población y de su vida media. De algo hay que morir, al fin y al cabo. Lo que no es probable es que ningún periodista muera de ejercicios de cálculo, porque, aunque el exceso de sal sea peligroso, el orden de las magnitudes que manejan les suele parecer irrelevante.