Un minuto de ira

No me parece que se pueda resistir de manera indefinida el maltrato del lenguaje por parte de algunos periodistas ilustres. Es increíble que todo un jefe de opinión de un gran diario nacional diga las tonterías que dice, que confunda, por ejemplo, reconocer con otorgar, que ignore de manera sistemática la conjugación de los verbos españoles, que no sepa enderezar un argumento sin un par de docenas de frases hechas, en fin, algo insoportable.

Si a todo esto se añade que la información, lo que pudiéramos llamar los hechos o la verdad, le importan un bledo, tendremos un buen indicador de las razones del público para no leer los periódicos. Así estamos y a nadie debiera extrañarle lo que le pasa al país, a la economía y a lo que se ponga. Es lo que muy bien dice el tango:

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao…
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.