Tengo una cierta admiración por lo que parece saber el economista Montoro, que fue, además, un buen ministro de Hacienda, pero debo declarar y declaro que el político Montoro tiene una cierta tendencia a decir cosas que, en un régimen normal, deberían ser tomadas por sandeces. Ante la actuación de Sacyr frente a Repsol, Montoro ha hecho dos comentarios entre los que sería difícil decidir cuál es el más tonto: que estas cosas no se hacen en los finales de legislatura, y que este tipo de actuaciones debería hacerse siempre en beneficio de la totalidad de los accionistas y, en especial de los pequeños. La verdad es que la tendencia de los políticos a decir cosas absolutamente memas y vacias es insoportable. Se le perdona a Montoro por aquello de que las obras valen más que las palabras, pero que sea la última vez que dice bobadas similares para dar a entender que algo no le gusta, o que le parece mal: si no quiere dar las verdaderas razones, callarse puede ser una gran idea.
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