Según una información de El Confidencial, Rubalcaba ha encargado a trescientos donceles, a las órdenes de uno que no lo es tanto, que le preparen un futuro político a su partido. No me parece mala idea, aunque el índice que se atribuye al proyecto desvela algunas cosas curiosas, como, por ejemplo, que según APR España está en Europa pero no en el mundo; esta renuncia espacial y la asunción de fondo que está en la base del proyecto, el modelo de partido en el que unos pocos les dicen a todos lo que han de votar, me parece lo más significativo de tal iniciativa que, por lo demás, parece inspirada en el buen sentido, puesto que se parte de reconocer que «la estrategia de Rubalcaba no está diseñada para el corto, sino para el medio plazo. Sería inútil querer correr. Primero hay que esperar a que la gente deje de vernos como los culpables de todos los males y vuelva a escucharnos». Estas son, desde luego, previsiones sensatas, pero la realidad puede encargarse de mejorarlas.
Competencia a tope
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