Me parece que Rajoy ha perdido una oportunidad, otra más, de hacer política. Claro es que la razón de esa pérdida seguramente se encuentra en que el presidente no cree que él tenga que hacer política, que es el presidente para hacer lo que hay que hacer, y punto. Imagino que habrá quienes piensen que esa es justamente la posición adecuada, yo creo exactamente lo contrario y no ceso de lamentar la mala suerte que ha tenido el PP al poner su destino en manos de alguien tan férreamente unido a un error de tal calibre. Me parece que Rajoy, simplemente, no sabe dónde está y que se está especializando en hacer de esa carencia un título de legitimidad, auxiliado por un coro de oportunistas, espécimen siempre abundante, en especial por la derecha. Siendo así, tampoco hay que lamentar que las cosas que el presidente cree que tiene que hacer sean equivocadas, porque las consecuencias le desalojarán de su posición en plazo más breve de lo que imagina. Ahora bien, el resultado final puede ser que la derecha política tenga que recomenzar, casi, en Covadonga, toda una herencia.
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