España está en crisis, pero hay cosas peores, por ejemplo, no ser un país serio. Si fuésemos serios podríamos salir de ésta, pero sin serlo va a ser muy difícil, y convendría caer en la cuenta.
No es serio que los políticos nunca tengan responsabilidades, ni en los ERE de Andalucía, ni en las muertes del Madrid Arena. No es serio que las autoridades no cumplan las leyes y se tomen a chacota las sentencias. No es serio que el Gobierno indulte a personajes impresentables y delincuentes con sentencia firme porque le venga bien. No es serio que los Gobiernos improvisen. No es serio que una consejera catalana de Educación, que tiene que negociar, diga que se va de una reunión porque tiene que “visualizar” su descontento. No es serio que no haya una ley de huelga. No es serio que siga habiendo televisiones públicas a mansalva mientras se recortan miserablemente las pensiones de los que no tienen otra cosa. No es serio que varias Cajas hayan dado créditos millonarios a presidentes de la patronal que parecen sacados del mundo de Rinconete y Cortadillo. No es serio que los sindicatos de Iberia digan que los ingleses quieren acabar con la compañía, cuando ellos están perfectamente capacitados para hacerlo. No es serio que Telemadrid deje de emitir porque se les pone a unos tipos que quieren seguir haciendo entre más de mil lo que normalmente puede hacerse con unas decenas. No es serio que al ministro de Educación se le ocurra una ley porque los nacionalistas no cumplen la vigente: yo de mayor quiero ser un catalán de este tipo, poderme saltar las sentencias y que un Gobierno me prepare leyes de despiste.
En los países de broma siempre hay algunos que se ríen mucho a costa de los más, pero la cosa no tiene ninguna gracia, y suele acabar mal.