Los españoles se asombran cuando ven a un político y le oyen hablar, tal es la absoluta falta de costumbre al respecto. Ayer, Aznar se coló en los hogares y muchos que dicen que se dedican a la política sintieron ganas de salir corriendo porque no aguantaron el contraste. Aznar dijo cosas claras y concretas, las dice con toda intención y parece dispuesto a hacerlas, o a hacer que se hagan. Eso es lo que se espera de un político en las democracias medianamente maduras, pero aquí nos habíamos acostumbrado a la vaguedad insulsa y pretenciosa de Zapatero y a las disculpas borrosas y supuestamente discretas de Rajoy, y el contraste ha llamado mucho la atención. ¡Bien venido sea!
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