La deuda contestataria

A este gobierno se le ponen de punta los indicadores y las primas pueden volver a faltarle al respeto. El problema es que, empeñado, como está, en que no se pueden bajar los impuestos, no tiene manera de evitar que la deuda suba. Pues bien, esa subida es la única cosa realmente importante que tendría que evitar un tipo con sentido común que se pusiese al frente del país: no podemos consentirnos un aumento de la deuda, porque nadie va a creer que podamos pagarla si continúa creciendo sin control, y no hacemos nada por evitarlo. Y no se hará nada por evitar que la deuda se incremente hasta cifras alucinantes mientras se siga cultivando la contabilidad política creativa, mientras no se meta mano con descaro y rotundidad a capítulos de gasto absolutamente insoportables, que son los que nos han hundido y amenazan con rematarnos, sean gastos sociales o estructurales. Lo único cierto es que es de locos pensar que se pueda seguir encontrando indefinidamente financiadores para una deuda que no se sujeta.  

Es asombroso que un Gobierno que se presumía serio esté fracasando de tal manera con su política fiscal y tenga que recurrir a meter mano a la Lola Flores de turno, como si todo nuestro problema fuese que los españoles somos unos perversos que no pagamos lo que debemos. Mucho más grave que la supuesta irresponsabilidad fiscal de Messi, que lo es, es la demagogia de los políticos que siguen prometiendo el oro y el moro, el AVE a Vitigudino o lo que sea menester, sin reparar en que lo que nos está hundiendo es la voracidad pública, el gasto sin ton ni son, y que los mercados no son tontos y saben que aquí no hacemos de piedras pan, aunque algunos lo repitan a hora y a deshora. Gastar menos, bajar impuestos, preocuparse por los españoles y no solo por ellos mismos: esa es la receta. 
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