La salida de Santiago Abascal del PP, muy generosamente explicada en una carta que recogió El Mundo, plantea de nuevo la pregunta de la compatibilidad entre la democracia y la forma de funcionamiento de los partidos. A mi me preocupa en especial el funcionamiento del PP, la constatación, cada vez más nítida, de que a muchos de sus dirigentes les parece que lo de la democracia interna es una coña. Yo no lo creo, y afirmo que ese es, precisamente, el origen de todos los males, del PP y de la peculiar situación política española, tan bloqueada, tan absurda que está apunto de suceder que los socialistas rebasen en intención de voto al PP, después del desastre de ZP, y, sobre todo, porque eso está sucediendo cuando el PP hace lo que debería hacer un PSOE medianamente aseado. Este peculiar vodevil entre apenas 100 personas es lo que aquí se entiende por democracia y, como no hay democracia real, los 100 de la trama son muy malos, pero que muy malos: está a la vista y hay que remediarlo.
Controlar a Google Now
Controlar a Google Now