No sé si pedir perdón por mis ausencias, que tal vez se me agradezcan más que se reprochen, así que paso del trance. Ando a la espera de modificaciones tech de este blog, además de que el tiempo es espeso y la calor insoportable, pero hoy quiero brindarles un hermoso poema de Leopoldo Eulogio Palacios, Canción a la motocicleta, del que me he acordado para escribir a un amigo y disputar sobre las dos ruedas. Me parece una maravilla: que lo disfruten.
Canción a la motocicleta
¡EXHALACIÓN que lanzas contra el viento
Mi cuerpo enardecido por tu aliento!
Vigor con que redimes
La ausencia de corceles más sublimes
Y a tu jinete encantas;
Prodigio de la Estática en dos llantas
¡Ay, si rodar pudieras sólo en una,
Tú, la rueda inmortal, yo, la Fortuna!
Bruto de acero que el cerebro humano,
En el vaso del sueño,
Pergeñó como nuevo Clavileño
Para alcanzar el horizonte arcano:
¡Déjame acelerar tu bronco pulso,
Y transmitir tu impulso
a las llantas inquietas
Que el ingeniero brinda a los poetas!
Trémulo benjamín de los motores
Que vas entre mis piernas encendido,
Y despliegas tu fuerza y me sostienes
Por los llanos, los montes, los alcores;
Tu familiar zumbido
Mezclas al crudo viento que en mis sienes
Ululando resuena,
Y en el olor del campo me enajena.
Duro el caballo y blando el caballero,
Se siente que va unida
La carne humana al inhumano acero;
Y el hierro cobra vida,
Dócil al movimiento del regazo
Del jinete vivaz que lo conduce,
Ojo avizor al cruce,
A la mortal arena, al patinazo.
Máquina valerosa: tú desprecias
Del burgués el reproche;
Tú a la intemperie afrontas peripecias;
Tú ríes del poltrón que viaja en coche.
Y aunque seas ludibrio
Del sentido común, no has de quejarte,
Que eres hija del arte,
Y rodando demuestras tu equilibrio.