De cacería

Como en un repente, se ha desatado la cacería del corrupto municipal. Se puede decir que ya era hora, pero no convendría olvidar dos circunstancias: se trata de piezas relativamente menores y tal vez se pretenda lograr ese efecto tipo ama de casa que se enuncia diciendo que una mancha de mora con otra se quita. Como teníamos Gürtel, Bárcenas y Cajamadrid con Blesa y Rato, olvidados por razón de la oscuridad de la macroinstrución andaluza de los ERE, salta ahora este menudeo de segundas filas. Me alegro, pero me pregunto hasta qué punto no está pasando que ande alguien detrás midiendo los tiempos y preparando, por ejemplo, la salida de Bárcenas de la cárcel… y su renovado silencio. Este proceso en que estamos no puede tener arreglo judicial, es un problema político y sólo alguien muy de arriba, por ejemplo Rajoy, podría dar paso a una etapa auténticamente distinta, claro que dimitiendo como líder del PP, convocando un Congreso abierto en su partido, y dictando tres o cuatro decretos desde el Gobierno para separar el poder judicial del político y para poner orden en los enjuagues de los partidos con una ley de partidos que hace más falta que el aire. Porque todo nace de la ocultación, del secreteo, y de que los resortes del poder se utilicen, sobre todo, para mantenerse en él, para comprar electores,  lo que anula desde la raíz cualquier proceso de limpia competencia democrática, esa es la causa de todo. 
Puede ser mucho pedir que un fruto de la democracia simulada abra paso a una verdadera democracia, pero sería la única manera de que el futuro le acabe considerando de forma razonablemente positiva. Debió hacerlo en el pleno desvergonzado de agosto de 2013 (el de «aguanta, Luis..»), pero nunca es tarde si la dicha es buena, y si Mariano, Cospedal, Arenas y todos los demás piensan que pueden salir vivos de esta echando la mierda hacia atrás, cuando llevan más de diez años en el timón, es que nos creen mucho más tontos de lo que somos, y no estoy seguro de que sea el caso.