Tienen mis penas remedio, y me refiero a los partidos políticos, españoles, por más señas. Todo lo hacen posible, pero todo lo bloquean. Por eso me exaspera ver cómo se pierden oportunidades de hacer que España pueda dar un gran salto adelante, la crisis es una oportunidad magnífica para la conciencia, mientras el PP está en manos poco ambiciosas, pero, al tiempo, no tengo otro remedio que admitir que estar en esas manos, es el mal menor, el paraíso de los posibilistas. Confieso ser tan tonto como para que esta aporía, me haga perder el sueño. Concretando, que en Madrid hay que apoyar a un Ignacio González, e il suo complesso, escasamente atractivo, y que hay que conformarse con Rajoy y Gallardón, o sea que si no quieres caldo, dos tazas.
Algo hay que hacer pero es tan lento y tan sinuoso como esto: lograr victorias en el interior de los partidos a base de agitación, en cierto modo, desde fuera, porque dentro no hay mucho que hacer, para que esas victorias permitan un progreso político real que, en cualquier otro caso, sería inalcanzable, salvo revolución que acabaría por significar, sin duda, muerte y retroceso, de manera que, aunque no sea mi elección, comprendo que la gente lista decida dedicarse a sus asuntos privados.