Decepción tras decepción

El gobierno intenta salir adelante, pero sus medidas suscitan la decepción casi universal; las de la izquierda porque para eso está; las de sus votantes más liberales porque siguen haciendo lo que debiera haber hecho un ZP más sensato, pero nada distinto. Las de los economistas independientes, si es que existe algo como eso, porque no acaban de ver cómo vaya a ser posible el plan que el presupuesto sugiere. Se antoja muy difícil que esto pueda salir bien. Un ajuste sin política es un cuadrado redondo. Una llamada a la normalidad cuando el país está abierto en canal es una retórica muy pobre. Este gobierno necesita una melodía distinta y cuanto más tarde en entonarla, más rotundo y rápido podría ser su fracaso. 
Universidades y librerías