El Evangelio del día (Jn 12,1-11) narra el episodio de la cena de Jesús en casa de Lázaro. Allí, ante la atención que María dispensa a Jesús, Judas se siente molesto porque le parece mal que el dinero del perfume que María dedica a agasajar a Jesús no se haya destinado a los pobres. El Evangelio hace entonces una aclaración decisiva: «no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella». Ya se ve que la corrupción es tan vieja como la vida y que no hace falta aludir a ninguna crisis de valores. Tampoco está de más notar dónde puede residir el interés de muchos, seguramente no de todos, en incrementar el gasto público, a qué viene ese súbito interés en hacer Museos, carreteras, vías de alta velocidad u Hospitales. Siempre que no haya muchísima trasparencia, y apenas hay, habrá legiones de Judas, hábilmente organizados, perfectamente dispuestos a ganar ilegítimamente mucho, muchísimo dinero, robando, claro está.