La resolución, supongo que momentánea, dada la saña de los fiscales políticos, del caso Camps sirve para poner de manifiesto varias cosas poco agradables. La primera es que los políticos, casi todos, no se andan con chiquitas cuando se trata de perseguir al adversario, aunque, a veces, como ahora y de momento, las cosas les salgan medio mal. La segunda, que una justicia capaz de perder meses con un asunto relativo a tres tristes trajes es una justicia de broma; la tercera, que todo eso ha hecho que pase a segundo plano, o más al fondo, el desastroso estado de las cuentas públicas valencianas. Es bastante inevitable acordarse de algo como lo de la parábola de la paja y la viga, aunque, en este caso, la paja y la viga estaban en el mismo ojo. Consecuencia última, la absoluta inanidad del PSOE valenciano, y ojalá fuera solo eso.
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