VOX empieza a estar en las calles porque tratamos de suplir con dedicación y entusiasmo una falta de medios evidente. Una vez más, el desequilibrio entre la realidad y su imagen se hace chirriante en esta España barroca y cada vez más descreída, con esa bendita inocencia, lo dijo el poeta, del que da en no creer en nada, que, por cierto, a mi no me lo parece tanto, me refiero a inocencia. Se oye decir: aquí los únicos que no están corruptos son los que todavía no han tenido poder, ese es el enorme daño que está haciendo a la democracia por parte de quienes la mantienen aislada de cualquier virtud, de cualquier forma de entusiasmo y de orgullo, los que la han reducido a un expediente para ver quién manda algo más por cuatro años. En VOX al salir a la calle no solo pedimos ayuda, le recordamos a todos los españoles, a la mucha y buena gente que éste es nuestro país, que España no es ni del PSOE ni del PP, porque es nuestra y la queremos mejor, más limpia, más ágil, más admirable y mucho más próspera, con prestigio, sin desánimo, creyendo en nosotros mismos y sin necesidad de mendigar ayudas de nadie. En VOX no nos gusta vivir de prestado, así que cuando los Montoros nos recuerdan que el coste de la deuda está bajo, y tratan de atribuirse el mérito, de lo que nos acordamos es de la deuda y de que ellos no han hecho nada cierto y real por que desaparezca: eso es lo que decimos en la calle, queremos vivir a costa de nuestro trabajo, no queremos vivir a costa de nadie y buscamos el apoyo de quienes piensan y sienten como nosotros, de los muchos españoles orgullosos de serlo y hartos del triste papel de nación pedigüeña e incapaz que nos han enjaretado gobernantes sin sangre en las venas.