Siempre he creído que el cine hermosea la realidad, pero nunca hasta el punto de lo que he visto hoy, que me ha dejado asombrado. Con motivo de la ejecución de Ben Laden una tele ha hecho un montaje superponiendo imágenes de El ala oeste de la Casa Blanca, magnífica serie, y de la realidad de la sala de crisis en la que se han reunido estos días para seguir de cerca la operación, y resulta que ¡la sala de la serie televisiva es mucho mejor que la real! Esto me ha producido una cierta decepción, porque creo que los americanos, al menos, están obligados a ser tan buenos como su cine, y me ha parecido un poco cutre la sala de Obama, Binden y la Clinton sin ninguno de los grandes paneles que se veían en la serie y cada uno con su portátil, como si estuviesen en un aula de cualquier universidad española. No sé si pensar que ese churro de sala es el que usan para que los ojos de los mortales no puedan ni imaginar los medios de que disponen, pero lo mismo es lo mejor que tienen, ¡qué decepción! Va a ser verdad que lo de Ben Laden ha salido bien porque estaba de Dios, como se decía por estas tierras, ya que con esa birria de tecnología no creo que se pueda detener ni a uno de los secuestradores del Alakrana, por ejemplo. O sea, que la ejecución de Ben Laden ha sido de cine, pero la reunión en la sala de control que se ha visto en la prensa parecía una asamblea de vecinos discutiendo el sueldo del portero del edificio, y con Obama en plan estrecho.