El candidato Rubalcaba


La proclamación oficial de Alfredo Pérez Rubalcaba como cabeza de la lista por Madrid en la lista del PSOE, y, por ende, como aspirante a la presidencia del gobierno español ha sido uno de esos típico actos que tanto gustan a los partidos españoles: entre nosotros y que la tele lleve nuestra imagen por doquier.
No tengo el placer de conocer personalmente a Rubalcaba, pero creo que su imagen es lo suficientemente potente como para que pueda convertirse en un candidato con posibilidades. Es evidente que se enfrenta a una situación muy complicada y a un destino incierto, por llamarlo de alguna manera, pero es fácil que sea uno de los personajes mejor preparados para afrontar la ardua caminata que le espera a un PSOE desprovisto del gobierno y sin apenas poder territorial.
De momento, ha hecho lo que cabía esperar que hiciera, separarse del Gobierno y girar a la izquierda, porque, de la misma manera que el PP siempre está girando al centro, el PSOE siempre está condenado a esa maniobra retórica. Adviértase el hecho, muy notable, de que ambos giran en la misma dirección, lo que certifica lo que, todavía hoy, se da por hecho, la superioridad moral y política de la izquierda, aunque se encuentre tan a la intemperie como se encuentra por culpa de sus pecados zapateriles, seguramente imperdonables para muchos.
Hay que estar atentos a dos cosas: a si el electorado que ha abandonado al PSOE da muestras de fiarse de Rubalcaba, y a si el candidato, poco a poco, empieza a decir algo distinto que lo más obvio y trillado.
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