Los políticos

La imagen de los políticos continúa deteriorándose, y no creo que pueda considerarse injusto. Pero creo que hace falta que muchos se preguntan qué hacen para evitar esa plaga de malos políticos, de personajes mediocres, de aprovechados y corruptos. Me temo que la mayoría se limitará a maldecir, pero habría que encontrar la manera de hacer algo más positivo. Para empezar, propongo no solo criticar, sino elogiar, especialmente a los adversarios que no sean desesperadamente malos. Una de las razones por las que los políticos pueden ser unos mantas es porque gozan del beneplácito incondicional de los suyos, por el mero hecho de serlo. Pero, además de constatar que muchos políticos no son nuestros sino suyos, si empezamos a preferir al adversario bueno frente al correligionario pésimo puede que logremos algo: no hay que empeñarse en que todos los adversarios son de lo peor. ¿Se imaginan, por ejemplo, lo bien que podría irnos si el PP hubiese tenido un líder con el arrojo de Zapatero? Sé que es una pregunta irritante, pero piénsenlo un poco y verán que no está tan mal traída. 
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