Todo lo relativo a la reintroducción del impuesto sobre el patrimonio ha sido penoso y refleja la falta de respeto que los políticos, al menos alguno, y Rubalcaba a la cabeza, sienten por la inteligencia media de los votantes. Cuesta trabajo creer que Rubalcaba pueda hacer algo de cierto fuste al frente de la oposición, cuando se empeña en batallas tan demagógicas como la de este impuesto.
El drama del PSOE es que parece haber perdido completamente su capacidad de analizar la realidad social en función de criterios relevantes, y se conforma con agitar superficialmente las aguas al estar bastante seguro del apoyo de sus incondicionales. Esto se traduce en que mientras no mejore mucho la capacidad de análisis de un gran número de electores, los dirigentes del PSOE van a seguir cediendo a la tentación de hablar de temas irrelevantes, como si fueran decisivos, y no tocar los temas decisivos, los que deberían caracterizar a una izquierda moderna, por considerarlos irrelevantes para sus intereses. Mal asunto, porque tampoco cabe esperar que esas cuestiones las plantee la derecha española.
Algo se mueve
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