Reinar después de morir

Como doña Inés de Castro, también de origen gallego, el presidente del gobierno,  y del PP, don Mariano Rajoy Brey parece estar esperando un reconocimiento post mortem, empeñado en cumplir con su deber en lugar de gobernar al gusto de los que le eligieron, un placer reservado a la izquierda, gente con un sentido más mundano de los intereses políticos.
Doña Inés fue proclamada reina de Portugal después de muerta, un tema que dio título a la obra de Luis Vélez de Guevara, autor de El diablo cojuelo, otra idea que también daría mucho juego ahora. El triunfo post mortem no es gran cosa para la mayoría, pero así se originan las leyendas, y Rajoy apunta maneras con su empeño en desangrarse a la espera de una abundancia de bienes que apenas se atisban.
En el siglo XXI las cosas no son tan recias como en el medioevo, y bien pudiera ocurrirle a don Mariano que los españoles, siempre ingratos, decidan no reconocer los esfuerzos que dice estar haciendo, aunque sea a base de sacrificios que estamos  pagando entre todos, y se atrevan a privarle de títulos futuros, es decir, a mandarle a casa, después de haberse portado tan ejemplar como corajudamente.
A sus rapsodas les parece que don Mariano está más vivo que nunca, tras el épico debate, pero estos efectos escenográficos son poco duraderos cuando pintan bastos, y pueden convertirse en un mal sueño si se prolonga la saga de los sobres, los notarios y las querellas con el innombrable, que tal vez acabé demandando al PP por daños a su imagen, a la del innombrable, quiero decir.
Esta mezcla un poco rara entre hazañas homéricas y sedicente buena administración está muy en el aire, es posible que enriquezca la leyenda marianista, pero puede acabar muy mal, sobre todo para los demás, véase el caso de Zapatero, tan feliz contando nubes. 
¡¡¡Barcelooonaaa!!!