Hoy he estado en dos actos académicos importantes: en uno de ellos, sobre la crisis financiera, las previsiones de un economista jefe del servicio de estudios de un gran Banco no han podido ser más pesimistas: no recuperaremos el nivel de empleo de 2010 hasta, al menos el 2025, suponiendo un crecimiento del 2,5% anual, cosa que no esperan ni los más optimistas. En la tarde se presentaba un libro sobre Ortega, un autor brillante, claro, crítico, un patriota liberal. El contraste entre las ideas del homenajeado y el discurso de un alto cargo fue bastante patético. Hace 100 años Ortega diagnosticó males que siguen en píe, pero me parece que estamos todavía en manos peores, más pedantes y pretenciosas, que las que el maestro fustigaba en 1914. No creo ser pesimista, simplemente digo que hay muchos supuestos reyes que están en pelota, y, puestos a disculpar, puede que no lo sepan.