Una de las señas inequívocas de la mala política es concentrarse en los efectos sin prestar atención a las causas. En la vida corriente eso se llama chapuza, intento de arreglar los problemas a base de taparlos, pero en política todavía goza del prestigio que se atribuye a la sensibilidad y a la rapidez de reflejos.
Todos lamentamos el alarmante número de suicidios aparentemente debidos a los desahucios, y es evidente que la crecida abundancia esta práctica muestra un fallo de fondo del sistema, pero lo que no es de recibo es que el bipartito en el gobierno se reúna a toda prisa para tratar de poner remedio a este asunto, a un mero síntoma, sin pensar ni por un momento en todo lo que está fallando para que las cosas lleguen a ser como son.
Da la sensación de que a este bipartito que nos gobierna solo le preocupa que no se vean mucho las grietas más feas y más alarmantes, no le preocupa nada la calidad del edificio que nos están construyendo. Hoy mismo sale en la prensa que el presupuesto para «material de oficina» del Congreso de los Diputados es de 20.000.000 de euros, una nonada que equivale, para que ustedes se hagan una idea, al 18% del presupuesto total de una Universidad pública como la Rey Juan Carlos, o al 3% del presupuesto del CSIC la mayor agencia de investigación en España, y todo esto para gastos… en papelería. Con ese presupuesto bien pueden perder sus I pad los señores diputados.
En fin, es difícil imaginar una mayor desvergüenza de la clase política, y la verdad que siento mucho tener que decir esto, pero me parece de una evidencia sangrante. O acabamos con esto o tendremos que suicidarnos todos.