Las trampas de Rubalcaba

Hace tan solo unos meses una expresión como la del título es seguro que sugeriría a todo el mundo algún engaño urdido por Rubalcaba, un personaje con fama de astucia y escasos escrúpulos.  Ahora, sin embargo, es él el que va cayendo en una serie de trampas, porque, en el fondo, las realidades que pretenden ocultarse se toman su venganza.
La Gaceta ha publicado una detallada información sobre las andanzas telefónicas  de Fernando Mariscal, jefe de seguridad del PSOE,  el día del chivatazo del Bar Faisán, esa operación política que Rubalcaba ha pretendido negar repetidamente en el Parlamento. El día del chivatazo, el teléfono de Mariscal establecía repetidos contactos con la Moncloa confirmando así el cariz político del caso. Mariscal habló precisamente con Presidencia del Gobierno poco antes  y algo después de que se llevase a cabo el chivatazo policial a los etarras que abortó una importante operación policial contra la red de extorsión de ETA. Se trata de algo que hasta ahora no habíamos podido saber porque el habilidoso juez Garzón, sometido a un triple proceso por prevaricación en el Supremo,  se había encargado de considerarlo irrelevante. Rubalcaba no podrá substraerse por más tiempo a la responsabilidad política consiguiente, y a la evidencia de que ha estado engañando al Parlamento. Fernando Mariscal había sido también quien mantuvo al tanto a Ferraz de cuanto se cocía en la policía en los tempestuosos días del 11M, de manera que venía siendo, desde hace mucho tiempo, una persona de la absoluta confianza del actual candidato del PSOE.
A Rubalcaba se le han torcido mucho las cosas desde que dio el salto para ponerse al frente de la candidatura socialista. Las revelaciones de La Gaceta en relación con las conversaciones ente los implicados en el caso Faisán  y los cargos políticos sacan a la luz la absoluta falta de escrúpulos  de quienes estuvieron dispuestos a saltarse las normas de la ética política y todos los principios legales con tal de conseguir lo que se proponía, esa ilusa, torpe y miope paz con los asesinos de la ETA, tramada a espaldas del Parlamento y engañando a la opinión pública, una auténtica traición a los intereses legítimos de la nación española, a la ley y a la misma democracia, que todavía pretenden seguir negando frente a evidencias cada vez más contundentes.
Tampoco ha debido sentarle nada bien al candidato que un juez de simpatías claramente progresistas haya desmantelado las imputaciones aducidas por la policía, y disciplinadamente apoyadas por el Fiscal General del Estado, para lograr la implicación de altos cargos del Partido Popular en la trama Gürtel, de modo que una operación de relojería para que le estallase a Rajoy a las puertas de las urnas se ha convertido en una prueba de la mala fe y las artimañas de nuestro Fouché, de tan mala calidad que finalmente ha acabado en nada, por más que haya servido de cebo a la prensa adicta durante años.  Rubalcaba ha coqueteado siempre con lo ilegal, con lo que no puede salir a la luz sin que se conmuevan hasta los más tibios. Su calculada ambigüedad con el 15M ha sido otro de sus malabarismos que, finalmente, tampoco le va a servir de nada.
Quien consiente lo siniestro no se va a andar con chiquitas por cualquier fruslería, pero la supuesta astucia de Rubalcaba ha dado en un rosario de desastres: ya no le cuadran las operaciones, y hasta el propio líder que le permitió alzarse, en precario, con el liderazgo del partido, le ningunea en los tramos decisivos del final de la legislatura. 


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