He estado tres semanas largas sin poder escribir, y cuesta volver a coger el ritmo, pero dos circunstancias de hoy mismo me han dado alas, como si de un excitante se tratará. La primera es la cantidad de melonadas que he oído, casi en exclusiva a periodistas, sobre lo mala que es la Merkel al no respetar el derecho de los griegos a decidir. Es difícil decir una cosa más tonta con menos palabras, la verdad, pero, al parecer hablar de lo que podría pasar o de lo que a uno no le gustaría que pasara está mal: no se puede asustar a los niños. Claro que se trata de una submelonada del soberanismo económico que defienden ahora los neocomunistas, que son los comunistas de siempre creyendo que ya se nos ha olvidado lo que son y lo que hacen (a algunos sí, desde luego). Bueno, si la soberanía es tan poderosa ¿porqué no se dedican los griegos a acabar por votación con sus problemas? De paso podían hacer una autopista sobre el Mediterráneo o alguna otra machada similar, porque al parecer el soberanismo es todopoderoso, como los soviets.
Un poco anestesiados por este tipo de melonadas nos hemos enterado de que unos islamistas han matado a unas docenas de personas en París para castigar las burlas hechas al Corán y a Mahoma. Como movidos por un resorte, los melones que criticaban a Merkel se han puesto a hablar del peligro de islamofobia: no fallan nunca en escoger la tontería más aparatosa, son unos genios.
Nexus 6
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