Este gobierno que se mueve en las sombras para que nadie sepa lo que hace, que se refugia tras la disciplina militar y el silencio debido, que paga más que nadie a los bandidos, no ha aprendido todavía la lección churchiliana de que cuando se prefiere el deshonor a la guerra, se alcanza el deshonor y no se evita la guerra. Ahora tenemos a tres compatriotas secuestrados en algún lugar del mundo y, aunque no se pueda culpabilizar al gobierno de esa acción criminal, cosa que el PSOE no dudo en hacer tras el 11-M, como puede recordar cualquiera, si cabe requerirle reflexión sobre si su conducta ha sido la más adecuada para evitar la repetición de sucesos de este tipo.
El gobierno ha cometido el gravísimo error de ordenar a nuestros soldados, en alta mar, que no actuasen contra los secuestradores, y su exceso de prudencia, su miedo a mancharse con sangre española en el caso de haber actuado con dignidad, con valor y con inteligencia, no ha sido la prevención más adecuada para evitar futuras agresiones a cualquiera de los muchos españoles que andan mundo adelante.