Un partido con todo

El enfrentamiento entre el Milán y el Real Madrid proporcionó ayer a los aficionados, especialmente a los madridistas, un encuentro de esos que no se olvidan fácilmente. Hubo de todo, buen fútbol, especialmente por parte del equipo de Mourinho, jugadas preciosas, como el gol de Higuaín y el desmarque final de Pedro León, con gol entre las piernas del portero, fallos de Casillas, lo que es una rareza, desgracias como el resbalón y fallo de Pepe que dio lugar al gol legítimo del Milán, acciones típicas de Gattuso o de Inzaghi, el fútbol como picardía alevosa, en fin, hasta un cierto final feliz porque no hubiese sido justa la victoria de los milaneses.
El segundo de sus goles se produjo en uno de los más clamorosos fueras de juego de la historia, y el árbitro señor Webb cometió algunos deslices y errores de apreciación realmente graves, pese a ser un colegiado de gran fama y de apariencia irreprochable.
Ronaldo no tuvo ninguna razón en sus tarascadas con los defensas y se perdió en un partido que hubiera podido consagrarle. No es la primera vez que le pasa y esperemos se le corrija.
El fútbol, en suma en su máxima expresión, rivalidad, astucia, inteligencia, brillantez, picardía, azar, injusticia, consuelo. No se puede pedir más, o, mejor dicho, no se debiera.