Los diversos gobiernos que padecemos no se acababan de poner de acuerdo en cuanto al significado económico de la nueva limitación de la velocidad en carretera, tal es su celo expositor de los más diversos motivos. Para mí que, visto que el personal no acaba de creerse que estas cosas las hagan por nuestro bien, han decidido confesar que, con tal medida, están perdiendo 650 millones de euros al año. Hay que ver qué habilidad con los números la de estos chicos. Pues va a ser que es verdad que se preocupan de nuestra vida, del aire que respiramos, de todo aquello que nos hace la vida menos placentera de lo que ellos quisieran para nosotros, buenos y piadosos que son.
Bien mirado, ¿no será este asunto otra de esas famosas cortinas de humo para que no persistamos en fijarnos en lo que no debemos? Yo, que no soy muy partidario de ninguno de estos gobiernos, el menos malo el de Rubalcaba, técnicamente hablando, ya llevo tras días con la matraca esta, y supongo que mis selectos lectores puedan estar ligeramente hartos. Prometo no decir ya más nada, como dicen los argentinos. Me limitaré a pagar las multas, porque haberlas haylas, y volveré a mis temas más habituales, porque puede que los gobiernos sepan tender cortinillas de humo, pero no hay manera de que nos olvidemos del estado lastimoso en que nos tienen, pese a lo mucho que nos aman.