Martín Varsavsky es, entre otras cosas, uno de los pocos que pueden desmentir al Cánovas que dijo aquello de que son españoles los que no pueden ser otra cosa. Martín Varsavsky es español porque quiere, ha escogido serlo después de ser norteamericano, y eso, aparte de cierta extrañeza, le confiere una cierta autoridad.
Martín Varsavsky cree que ni el terrorismo, ni los nacionalismos, de los que tanto se habla, son realmente problemas serios, tampoco la inseguridad, por cierto. En cambio son muy preocupantes los problemas de los que apenas hablamos, la falta de oportunidades de sus ciudadanos, el espantoso desempleo, la pésima, y desconectada de la realidad, educación que nos administramos, la escasa creatividad científica y tecnológica, los sueldos de miseria, la escasez de empresas nuevas, la carísima vivienda, el exceso de funcionarios, el enchufismo, una política inmigratoria orientada a los empleos de baja calidad, la falta de una ética del trabajo, las diversas formas de drogadicción, y, por último, el hecho de que nuestros líderes estén hablando del humo y no de esta clase de problemas verdaderos. Los españoles veneramos al gobierno y despreciamos a las empresas, y ni el PP ni el PSOE quieren arreglar esto, de manera que tenemos un difícil remedio.
Hasta aquí el diagnóstico de Martín Varsavsky quien nos quiere y nos conoce bien, entre otras cosas porque tiene amplia experiencia de otros países y puede ver con más claridad lo específico de nuestra situación. No creo que nadie con buena cabeza y buenas intenciones pueda discrepar mucho de este análisis. Tendríamos que dejar de ser barrocos y ser algo más empiristas y prácticos, si no queremos que el torbellino de la historia nos vuelva a dejar en la inopia.