Si el fútbol lo jugasen los entrenadores, el Real Madrid de Mourinho habría ganado ayer muy justamente al Barça de Guardiola. Pero el fútbol lo juegan los jugadores, y, ahí, el Barça le lleva al Real Madrid una ventaja algo más que ligera. Lo que el Real Madrid puede hacer, lo hizo ayer, bastante bien, y, si el Real Madrid estuviese bien dirigido, habría que dejar que Mourinho diseñase una nueva plantilla para los próximos años, y eso supondría que la hegemonía del Barça excepcional que ahora conocemos se acercare indefectiblemente a su final. El balonazo de Messi hacia las gradas blancas, fue el grito de impotencia de ese Barça desconcertado que no supo hacer efectiva su superioridad, entre otras cosas, porque Guardiola, que es muy bueno, no lo es tanto como Mourinho. Si Mourinho dispusiese de algunos de los cracks que el Barça tiene, la cosa no tendría color.
No soy ningún forofo de Mourniho, simplemente señalo que el fútbol es un juego colectivo y que eso o lo organiza un entrenador que se sepa su oficio, o no funciona, desde luego no funciona a base de chequera.
Bueno, no quiero cansar, pero no querría dejar de reconocer que Mourinho tiene toda, absolutamente toda, la razón en su actitud frente a los periodistas y los medios que no se dignaron escuchar a Aitor Karanka, un tipo estupendo, con tres copas de Europa, en color, a sus espaldas, y al que los plumillas que viven de lo que les sobra a jugadores como Karanka dejaron plantado en la rueda de prensa anterior al partido primero de esta cuarteta apasionante que nos espera.