El pesimismo es elegante pero puede ser disfuncional. El pesimismo político es, además, injusto y contradictorio cuando se basa en no confiar en aquellos que deben confiar en el pesimista, y eso es casi una bellaquería. Todo pesimista merecería una derrota, pero los masoquistas abundan. De todos modos, el pesimismo, como lo demostró Rafael Núñez Florencio en su libro, es una recia tradición entre nosotros y, claro, así nos ha ido.
Wozniak
Wozniak