Supe que Divar se iría, lo que es un alivio, al oír a una consejera rival hacerle elogios en una tele. Le doraba la píldora para que tuviese un gesto de dignidad, con seguridad previamente pactado. En este desdichado país todo es apariencia, boato, mentira. Divar se queda para poder lucir en compañía del Rey e irse luego como si lo hiciera dignamente. Lo de la justicia igual para todos, puede esperar, como siempre. Pacto de miserias, pero algo es algo. Entre otras cosas, puede ser un modelo para otra dimisión que pudiere llegar a ser urgente, aunque ahora todavía parezca inaudita e impensable, como la de Divar hace un par de semanas. Pero en Italia hacen estas cosas mejor.
Cosa de dos
Cosa de dos